domingo, 22 de abril de 2012

¿GESTIONAMOS BIEN EL TIEMPO DE LA INFANCIA?


Hace poco he leído un artículo en el número 132 de la revista in-fan-cia que me ha parecido interesante reseñar. Su título es "El tiempo. De la lentitud al agobio; de las pausas a las prisas". En él se hace alusión al tiempo en la escuela y en la vida en general. A continuación recojo algunos de los fragmentos que me han parecido más interesantes.
"Vivimos en la sociedad y en la escuela un tiempo de prisas. Todo ha de ser para ayer, cuanto más rápido mejor; y en esa carrera se pierden muchas cosas, se pierde lo esencial, lo que inspira, lo que entusiasma. No hay tiempo para dejar fluir la creatividad." (...)


"Todas tenemos claro el valor educativo del tiempo en la vida cotidiana del centro educativo. Todas somos defensoras de la importancia de un tiempo de escucha, de ajuste a necesidades y ritmos; de la necesidad de un tiempo para pensar, para crear, para compartir espacios de juego, de diálogo. Sin embargo, aún teniendo estos principios tan claros, "caemos en la trampa" del tiempo" (...)


"En ocasiones, no sólo el currículo, las fichas, los proyectos... nos agobian, sino que la propia estructura escolar nos condiciona...La norma legal educativa aboga por una enseñanza en valores, formativa...que desarrolle competencias sociales y ciudadanas, de expresión lingüística y artística, que eduque en la tolerancia, la diversidad, el respeto... pero la realidad es que los horarios, las especialidades, el aprendizaje siguen teniendo un papel prioritario, que no se adecua al tipo de educación que queremos dar. La incorporación de otros especialistas en las clases se hizo bajo el supuesto de que podía ser una riqueza y un avance en la formación de los pequeños, ya que permitiría una formación más global. La realidad es que está generando un stress añadido de prisas, pues la utilización de los tiempos aún se complica más. Y transmitimos esta prisa al alumnado. Siendo conscientes de la necesidad de darles tiempo para crear, para fluir, para disfrutar, para expresar sus emociones... no siempre lo conseguimos.
Un ejemplo de lo que sucede en la práctica con el tiempo, se desarrolla durante el momento de la asamblea. Por lo general, en ella, se predetermina un tiempo concreto para desarrollar diferentes actividades, entre ellas, el desarrollo del lenguaje oral. Pero, ¿tienen que hablar todos los niños cada día?, cuando se acaba el tiempo ¿se corta al niño que estaba hablando?, si a los niños no les apetece hablar ¿se termina la asamblea?, si les apetece hablar ¿se puede estar dos horas en la asamblea?"


"Con frecuencia el tiempo empleado es rígido y no se reflexiona acerca del fin en sí mismo de este momento del día. Muchas veces se hace "porque lo hace todo el mundo" y así se convierte en una mera rutina sin mucho sentido. He escuchado a maestras decir-¿Cómo voy a estar una hora de asamblea? ¡no me da tiempo de terminar las fichas antes del recreo! o La asamblea cortita que a primera hora de la mañana están más tranquilos y trabajan mejor"

"Los contenidos de aprendizaje, a tiempo. Hay ocasiones en las que los adultos piensan que los niños y niñas de 4 y 5 años no tienen interés por determinados contenidos, o que no son capaces de entenderlos porque son muy abstractos o porque sencillamente "no toca".
Los contenidos curriculares que se recogen en los Reales Decretos, y sus desarrollos autonómicos, tienen muy pocas variaciones desde hace casi 20 años. Sin embargo, el interés de los más pequeños por aprender, por conocer cosas nuevas es palpable y nos enseña que no hay un momento, un momento rígido, secuenciado y marcado por trimestres para conocer cosas nuevas, cuando existe el principal ingrediente: la motivación que nace del deseo de comprender lo que ocurre en la vida..."

Proyecto de piratas
(...) "Es el momento de recuperar los ritmos más pausados en la escuela. Cada actividad tiene su momento y cada niño tiene su ritmo".


"¿Y el tiempo con la familia?  Hoy parece como si existiese una regla no escrita, que dice que no se debe estar sin hacer nada. Pero, ¿qué es no hacer nada? Volviendo la vista atrás, a un tiempo no muy lejano, "no hacer nada" era "perder el tiempo" soñando despiertos, inventar un juego con un palo y una piedra. Era mirar a las hormigas caminar en formación con sus hojitas a cuestas por el jardín, era inventarse cuentos, construir casas con ramas...


"Estamos confundiendo exceso de actividad con niños proactivos. El niño proactivo es el niño con iniciativa propia, que no necesita que lo muevan, que encuentra placer en su tiempo de "no hacer nada". Por el contrario, el exceso de actividad dirigida y cronometrada resulta muy agobiante y contraproducente. ¡Alto: niños con stress!"


"Maestros y familias debemos ofrecer a niños y niñas espacios sin agenda, sin vigilancia excesiva. Espacios que puedan organizar como prefieran, momentos en los que puedan ser dueño de su tiempo.
El juego es un derecho, contemplado en el artículo 31 de la Declaración de los Derechos del Niño y tiene la misma importancia que otros aspectos de la educación en la infancia."


Fuente: Revista in-fan-cia. Nº 132.

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